La contaminación del agua se origina, sobre todo, por el crecimiento demográfico y por la actividad industrial, agraria y ganadera del hombre, así como el aumento progresivo de los núcleos urbanos.
La masiva aportación de residuos hace que se contaminen las aguas subterráneas, las de superficie y los cauces naturales, siendo responsable de la destrucción progresiva de la fauna y de la flora. Además, el aporte incontrolado de sustancias químicas, metales pesados, etc. hace que dichas aguas no sean aptas para el consumo humano. Se rompe así el equilibrio de los ecosistemas y la armonía entre éstos y el hombre.
Según su procedencia, las aguas residuales pueden ser urbanas, industriales y de actividades agropecuarias.