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Foto del escritorPhilip Fonseca

¿A DÓNDE FUE EL NO-LUGAR?

El no-lugar es un fenómeno que despoja a los individuos de su individualidad, orientándolos al consumo, a la estadía o al recorrido, pero sin permitir acciones contundentes que expresen personalidad o indicios de cultura.

Teniendo proliferación en Norte América y Europa, ¿cómo transiciona esto a América Latina? Siendo esta parte del mundo conocida por conservar mercados tradicionales

Entendiendo al comercio como una actividad con rango de no-lugar (centro comercial) a lugar (mercado) se contrastan entonces a la plaza de mercado de Paloquemao con el centro comercial Unicentro.

En su aproximación física inicial se contrasta el interés por el vehículo, teniendo el centro comercial parqueaderos en playa, amplios como mencionaría Koolhaas, comparable con la vista en 360° del panteón romano, reemplazando muros con vistas a publicidad y elementos que adolecen de personalidad. Mientras, el mercado posee simples bahías en su perímetro, en su mayoría, dedicados a vehículos que transportan mercancía, es decir, no se incentiva el uso del automóvil particular sino de la peatonalización, tal como el 'padre de los shopping mall’, Victor Gruen, pretendía para hacer de estos una zona de interacción, es decir, a mediados de siglo pasado, los centros comerciales en un momento se concebían como espacios de integración,

A partir del primer centro comercial, de carácter decimonónico en Rusia, se salta al actual país exponente del consumo, en Minnesota durante 1956 se diseña el primer Shopping Mall de la mano de Victor Gruen. Este caso se vuelve llamativo una vez se tiene en cuenta que los centros comerciales:

“Ofrece el lugar necesita, así como la oportunidad, para la participación en la vida de la comunidad actual que el antiguo ágora griego, el mercado medieval y nuestras propias plazas de ciudad ofrecían en el pasado”


Pero si esa era la intención del acuñado ‘Padre de los Centros comerciales’ cómo es que estas construcciones devinieron a ser los ejemplos primordiales de los no-lugares. Se toma como punto entremedio al Southdale Center, entre la actualidad y el Great Gostiny Dvor de 1757. Es decir, el mall estadounidense debería ser diciente de la evolución de estos espacios y su conformación como basuraespacio, no obstante, el “primer shopping mall” tiene intenciones de relación social e inclusive, de priorizar el paso peatonal al del vehículo mediante recorridos y encuentros: su interés en generar interacciones era tal, que en sus bocetos iniciales envisionaba una mixtisidad de usos junto con colegios, residencias y centros médicos.

Los centros comerciales pudieron transformarse en lugares en a mediados del siglo pasado, pero en los 64 años que han transcurrido desde la apertura del Southdale Center, se consolidaron como espacios basura. Los elementos de distinción en este caso específico sería el interés de proporcionar espacios de encuentro y mixtisidad de usos, características las cuales, no están presentes en los centros comerciales de los años posteriores, en cambio se prioriza la exposición de vitrinas y marcas, amplias zonas dedicadas a vehículos particulares y una sólida actividad comercial por parte de privados, con minúsculos intentos de espacios sociales mediante incómodas sillas apiladas una contra la otra.

“En esencia, la ciudad es nada más que un espacio para el consumo en la que aparentemente nos como ciudadanos”

-Bagh-e Nazar. Consuming Architecture: A Semantic Analysis of Space Consumption in Urban Shopping Malls


El espacio se ha transformado a causa del consumo y la publicidad inherente que surge de esta, reemplazando espacios donde predominen las actividades culturales por espacios donde se vende la identidad, como mencionaría Jean Baudrillard, el comercio y el consumo nos han orientado a comprar y exhibir objetos con tal de demostrar nuestra identidad, convirtiendo a la ciudad en un hipermercado, a la vez que ignorando el derroche cultural que se ofrece en un mercado convencional. En los mercados o plazas de mercado no hay protagonismo en las marcas o en vitrinas, también hay una proximidad física entre estantes o puntos de venta, haciendo un paralelo con la propuesta de comercios pequeños y cercanos de Jane Jacobs para avivar un sector, forzando cercanía entre sujetos, en vez de pasillos flanqueados por letreros comerciales.

¿Es entonces, el futuro de los centros comerciales más cercanos a los mercados como Paloquemao y a la noble propuesta de Victor Gruen?

Al tomarse el famoso espacio Bogotano se aproxima viendo su falta de interés en la publicidad, tiene letreros roídos por el tiempo, dándole prioridad a la actividad interior. A este elemento se le podría abordar al análisis que Roland Barthes realiza sobre los monumentos del mundo (locales para cada país o ciudad) abordando estos como piezas que son, en esencia, nada. Por ejemplo, la Torre Eiffel es un esqueleto metálico que es visitado por locales y extranjeros de manera cuantiosa, del mismo modo que en el mercado las personas (particularmente locales) entran constantemente al espacio acaudalado por estantes llenos de comida, ¿cuál sería la diferencia entre ambos elementos caracterizados como culturales? La respuesta reside en que la plaza de Paloquemao no se autoreferencia, es decir, como mencionaría Baudrillard con su conceptualización: operación de hipérbole, entiéndase como algo reforzando constantemente sus cualidades, en el caso del monumento francés este busca formas de ser atractor, de que se entre al edificio y se mantenga en el voz a voz, poniendo restaurantes y viviendas, por numerar ejemplos, a pesar de que el interés inicial de esta no era la de generar estos servicios, de modo que se refuerza su carácter de interés cultural. Mientras, la plaza de mercado no tiene estos intereses, su constante flujo de clientes no está reforzado por estrategias de renovación, publicidad o propuestas de usos adicionales. Es entonces como un lugar se entiende como algo a lo que las personas pretenden ir, sin ser convencidas por una estrategia de hipérbole a sus cualidades.

No obstante, hay otros sectores en los que abunda el flujo de personas (¿masas, individuos?), véase los aeropuertos, con miles de entradas y salidas diarias no reforzadas a la hipérbole sino por necesidad, ¿pero son acaso todos los movimientos dentro de un aeropuerto, necesarios? Marc Augé toma a estos espacios como los referentes más prolíficos de los no-lugares, con un cuento que narra a un joven al interior de un aeropuerto, para llegar a la conclusión que sus actividades eran innecesarias, desde el aparcado del vehículo a la interacción con los empleados tanto de tiendas como personal de aerolínea. Estas actividades son comprendidas como innecesarias al igual que el basuraespacio de Koolhaas no es memorable, son actividades fugaces, sin impacto real. Si bien comer en un restaurante de cadena suple la necesidad del ser humano de alimentarse, la experiencia es paralela al despliegue de publicidad en una calle, como criticaría el arquitecto de OMA en su postulado, se limita a desplegar elementos llamativos sin substancia, que atraen pero no intrigan, del mismo modo que el comercio y la interacción en, por ejemplo, el aeropuerto El Dorado, cuyos pasillos tienen en su centro a locales, cada uno similar al anterior, con poca variedad en lo que ofrecen. Esta alusión a la similitud en el espacio y su confinado es también recibe atención por Koolhaas, exponiendo al modularidad como el despojo de la identidad, ya que es “absurdo” pretender meter un módulo limitadas medidas una habitación, y en ese mismo espacio un pedazo de comercio. Se entiende así que debe haber una intencionalidad clara en los objetos arquitectónicos, así como peso en las actividades que se realizan en estos, debe haber propósito no sólo formal sino también en la acción propuesta, no un movimiento genérico, movimiento que no podría ser estudiado.

La importancia de poder comprender los movimientos que da un espacio es mencionada por Augé, con una vista sociológica, una isla africana puede dar a entender en qué creen sus habitantes, ya que a ciertas horas se movilizarán a lugares en específico, así como habrá lugares evitados. De este modo se entienden las costumbres, miedos, rutinas e intereses de distintas comunidades, pero, inclusive si se puede estudiar a la comunidad, ¿puede surgir la falta de lugar? Una “isla” diseñada para una comunidad puede ser diciente de esta diatriba, como lo son los campus, espacios dedicados a una comunidad específica, por lo que, en teoría, deberían ser lugares. Dicha afirmación apresurada no sería soportada por el filósofo Gottfried Leibniz, el cual explica mediante las mónadas que las cosas (en este caso espacios) tienen una cualidad que las hace destacar, lo que en las personas sería su cualidad identificadora, y arquitectónicamente sería lo que Norberg Schulz acuñaría como Genius Loci. Ahora bien, ¿podrá un campus tener dicha esencia? La Universidad Javeriana, en términos sociológicos es entendible completamente, hay una gran plaza que desahoga el flujo de personas que vienen de la zona comercial al costado occidental de la carrera séptima, es una respuesta espacial que se puede estudiar, del mismo modo que las zonas con mayor cúmulo de personas son aquellas que facilitan la movilización, como los ascensores o la escalera eléctrica que vierte personas al edificio de parqueadero. Todos fenómenos que explican cómo actúan de manera casi instintivamente las personas, pero dichos fenómenos no hablan de las mónadas de los individuos, un túnel no es diciente de quiénes son la comunidad universitaria pero, por otro lado, hay pequeños bolsillos como la media torta, en la cual se disponen actividades apoyadas por una porción de la comunidad, en aquél lugar que a las 12:00 pm un lunes está ocupado por personas almorzando, una necesidad satisfecha por un espacio, se convierte los miércoles en un aglomerado de personas interesadas en lo que distintos oradores relatan.

Es entonces el lugar un espacio que responde no sólo a necesidades instintivas o de conveniencia (del mismo modo que habitantes de una isla, convenientemente no se acercarán a una cueva que signifique su posible muerte y luego conviertan a esta en un lugar prohibido alimentado por superstición) pero también dan solución a la identidad de los individuos, ofreciendo lo que les interesa, en vez de sólo facilitar o transportar a lugares importantes. Este lugar es el antónimo de la primitiva definición que Platón dio a la idea de lugar, el khora, el cual es una masa amorfa y sin límites la cual está dispuesta para recibir a todo aquello que se acerque, que puede cobrar infinidad de significados según el habitante o deambulante que se cruce con esta. El khora a pesar de ser la primera noción teórica de un espacio, se ha convertido en una definición de no-lugar, un espacio sin definición, falta de representación de una comunidad, sin intenciones formales que respondan a una cuestión social, de modo beneficia a las masas, recibe la publicidad y vitrinas con facilidad, alejándose de las personas y así, de la individualidad, las mónadas de Leibniz, los espacios genuinamente significativos de Barthes, los lugares culturales de Augé, la arquitectura correcta de Koolhas y de la visión de comunidad de quien inintencionadamente inició con el fenómeno en masa de los centros comerciales.



PREGUNTAS

1. ¿Nos sirven los no-lugares?

2. ¿Son necesarios los no-lugares?

3. ¿Son ambivalentes? (lugar a no-lugar y viceversa)

4. ¿Eliminar el consumo excesivo amortigua el efecto del no-lugar?

5. El recorrido/desplazamiento puede ser social (énfasis en individuo, no en masa) hoy en día?

6. ¿La mixtisidad de usos es inherente de un lugar?

7. ¿Cuál es la barrera entre lugar y no-lugar?

8. ¿El no-lugar impone, o las personas imponen el uso?

9. ¿Cómo adaptar al mundo automotriz con el lugar?

10. ¿Con cuántas personas se considera una masa (comprador, pasajero, consumidor)?

11. ¿Cómo insertar la cultura local al no-lugar?

12. ¿La cultura local se puede convertir en consumo y no-lugar?

13. ¿Es necesaria una autopista como lugar?

14. ¿Lo compacto es antónimo de no-lugar?

15. ¿La gentrificación puede devenir en un no-lugar?

16. ¿Los no-lugares se confinan o se diluyen?

17. ¿La convergencia entre culturas es un fenómeno de lugar o no-lugar?

18. ¿El no-lugar se limita a aquello relacionado a la globalización/internacionalidad?

19. ¿Puede un no-lugar ser memorable formal y espacialmente sin sus anuncios, letreros, publicidad?

20. ¿Cuáles y cuántos anuncios producen un no-lugar?

21. ¿Puede haber lugar en la sociedad de consumo extrema - hiper consumo?



REFERENCIAS

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