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Foto del escritorPaulina Arango

Arquitectura sensorial: un paso más cerca de la permanencia

"Hacer arquitectura exige un pensamiento claro, pero éste es un modo concreto y encarnado de pensamiento que tiene lugar a través de los sentidos y del cuerpo, y a través del medio específico de la arquitectura." (Pallasmaa, 2005)


La identidad de nuestra arquitectura tiene que ver con nuestras experiencias de vida. Es aquella que refleja nuestra identidad, identidad que debemos buscar dentro de nosotros mismos, con las experiencias de nuestra vida, los espacios, colores, olores, texturas, materiales y formas que hemos conocido a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, vivimos en un mundo que va muy rápido. Un mundo que está en constante cambio y en constante movimiento. Esto hace que nosotros como seres humanos, cada vez permanezcamos menos en los diferentes lugares que frecuentamos. Con cada día que pasa, nos fijamos menos en los detalles y hace que la arquitectura sea más efímera. Se ha perdido la noción de permanencia. Por eso, muchas de las edificaciones hoy en día, son pensadas para que puedan adaptarse a los cambios, al movimiento y al tiempo.


Si el mundo está cambiando y moviéndose constantemente, “¿cómo pueden proyectarse cosas con tal presencia, cosas bellas y naturales que me conmuevan una y otra vez?”. Esta es la pregunta que se hace el arquitecto Peter Zumthor en su libro "Atmósferas" y que me parece apropiada para lo que quiero lograr al finalizar este libro. Es buscar la solución a esa pérdida de la permanencia. ¿Cómo puede la arquitectura generar ese deseo de permanecer en el espacio? La respuesta, por ahora, es muy simple: La arquitectura es el arte de la reconciliación entre nosotros y el mundo, y esto se da a través de los sentidos.


La arquitectura sensorial incluye e incluso logra priorizar el resto de los sentidos sobre el de la vista para conseguir una arquitectura que permita reconstruir la experiencia de un mundo interior del que no solo somos espectadores, sino al que pertenecemos inseparablemente. La calidad arquitectónica debería tratarse de sí un edificio me conmueve o no, más allá de si es "bello" o no. Es arquitectura que me transporta en el tiempo, me permite acordarme de diferentes momentos de mi vida. Los sonidos, los colores, los olores tienen intención, ya que más allá de generar armonía en una edificación, buscan despertar sensaciones en mí. Como ejemplo, hago referencia a la Casa Giraldi por el arquitecto mexicano Luis Barragán. Muchos expertos le atribuyen la denominación de arquitectura sensorial, donde sus espacios proyectados jugaban armoniosamente con diferentes planos de luz, texturas y colores.


Sin embargo, esta arquitectura sensorial no está basada solamente en el uso de colores brillantes que generen contraste, o de espacios con formas orgánicas y extrañas. Se trata también de recuerdos, de emociones, de contexto físico, de cómo el lugar ya no se puede concebir sin el edificio, de los materiales sus sonidos generados en el espacio. Es buscar cómo la arquitectura deja de ser solamente contemplativa y se vuelve interactiva; como con cada movimiento siento algo diferente y mis cinco sentidos están siempre alerta y cada vez descubro algo distinto; es fusionarlos el uno con el otro.


La pregunta es ¿de dónde viene la arquitectura sensorial y con qué fin se ha creado? Al investigar sobre el tema, pude notar que se habla de ciertos arquitectos como pioneros de la arquitectura sensorial. Barragán y Zumthor, como dicho anteriormente, son dos de los arquitectos de mayor importancia. Sin embargo, si nos ponemos a pensar, la arquitectura de los sentidos se remonta a épocas muy antiguas. Empezó mucho antes de descubrir temas de acústica y de color en el espacio. Incluso empezó antes de que se conociera la arquitectura como la conocemos hoy en día. En estas épocas, no era llamada arquitectura sensorial. Vamos a ver cómo el hombre de forma empírica logró despertar los sentidos mientras intentaba encontrar su posición en el mundo, sus creencias y sus fortalezas.


Comienzo con el ejemplo de las misteriosas ruinas de Stonehenge ubicadas al oeste de Londres. Construido entre el final del Neolítico y principios de la Edad de Bronce, Stonehenge consta de unas gigantescas rocas que delimitan el primer espacio sagrado de la historia. No era visto solamente como un elemento espacial, sino también como un lugar místico y sagrado. Rendía culto al sol, según la posición de este y la hora del día. Las texturas, las sombras y los colores, dan una calidad y cualidad diferente al espacio. Aunque el propósito de Stonehenge era netamente astronómico, dichas sombras lograron despertar sensaciones en aquellos hombres que habitaban allí en las aldeas cercanas.




Otro ejemplo son los templos del antiguo Egipto. Dichos templos eran creados para rendir culto a los diferentes dioses de la cultura egipcia. Estas grandes edificaciones, van siempre de lo público a lo privado. Con la dimensión de los espacios y la cantidad de luz que entra a los mismos, se determinaba el acceso. Las sensaciones que producían los espacios más grandes con mayor cantidad de luz diferían de aquellos espacios de acceso restringido que eran más pequeños, con más elementos y más oscuros. De igual manera, los jeroglíficos que contaban las hazañas de los dioses eran tallados y se buscaba el relieve para contar las historias. Nuevamente, se busca rendir culto a algo significativo para el hombre del momento.




Estos, son solo dos ejemplos que considero significativos para explicar la arquitectura sensorial en la antigüedad. Sin embargo, comunidades como los Aztecas, los Mayas y los Incas, también construyeron según sus creencias y buscaban hacer su arquitectura significativa. Había un propósito más que funcional detrás de lo que hacían. Al igual que los otros dos ejemplos, su arquitectura rendía tributo a dichas creencias, ya que era lo que le daba el sentido a su vida.

Podemos ver cómo estos ejemplos son reflejo de el hombre enfrentado a la necesidad de transmitir sus sentimientos, ideas o posiciones a los demás. La arquitectura sensorial se dio de manera empírica y el hombre, por medio de los sentidos, fue descubriendo qué era lo que más convenía y cómo rendir homenaje a todas aquellas fuerzas que se han considerado superiores a lo largo de los años. Los ejemplos mencionados anteriormente hacen referencia a la arquitectura de culto. Es esta, la que ha tenido mayor impacto y la que busca estimular los sentidos de aquellos que la habiten.


El verdadero problema de la arquitectura sensorial está en la sociedad actual: una sociedad cambiante y efímera. La arquitectura de nuestro contexto es arquitectura en masa, es arquitectura de metros cuadrados. No vamos más allá del beneficio económico que esta me pueda brindar. Se está dejando de lado la esencia de la arquitectura. Esta sólo puede conocerse a través de su propia experiencia. ¿Por qué la arquitectura sensorial tiene que ser solamente la arquitectura de culto? ¿Acaso es sólo esta la que debería tener sentido para el hombre? Pienso que la respuesta a esa pregunta es no. La arquitectura está en todo lo que vemos y hacemos, y es importante dejar de verla simplemente como edificaciones con funciones específicas para poder vivirla con la mente abierta y dejarnos impactar por pequeñas cosas. No es construir por construir ni diseñar por diseñar. La esencia de la arquitectura es generar impacto, despertar recuerdos, sensaciones y activar y potenciar los sentidos de la mejor manera posible. Es por eso que arquitectos como Luis Barragán y Peter Zumthor, son considerados pioneros de la arquitectura sensorial porque buscan estimular los sentidos de manera intencional, a diferencia de las comunidades antiguas que lo hicieron de forma aleatoria. Son, a mi criterio, de los pocos arquitectos que van más allá del simple hecho de hacer espacios con determinadas funciones, sino que generan un recorrido sensorial que me transporta en el tiempo o que me lleva a diferentes lugares. Es una arquitectura sensible, no solo porque hace referencia a, como su nombre lo dice, los sentidos. Sino porque es flexible y se adapta a cada uno de nosotros y permite que todos percibamos el espacio de manera diferente. Van más allá de la máquina de habitar que en algún momento propuso Le Corbusier.


Es arquitectura como la de Barragán y Zumthor, que hace que queramos permanecer en un espacio para ir descubriendo nuevas sensaciones y que esos espacios vayan cambiando con el tiempo, igual que el contexto actual. Podemos hacer arquitectura sensible que sea cambiante, que nunca pueda ser percibida de la misma manera, que su calidad espacial me genere sensaciones diferentes cada vez que la vivo. Por ejemplo: cómo la luz en el espacio cambia constantemente, generándome diferentes sensaciones térmicas y juegos de luz que son diferentes ahora a como serán en una hora. De igual manera, el sonido juega un papel importante. ¿Qué hay a mi alrededor? ¿Una vía, una montaña? Los sonidos de la naturaleza. Las voces en el espacio suenan diferentes según los materiales que lo conformen. Si nos damos cuenta, los sentidos están activos, solo que no somos conscientes de eso. Solo usamos la vista y ni siquiera nos detenemos a mirar con cuidado.


Es por esto, que la pregunta que me planteo es ¿Cómo puedo hacer arquitectura que me haga detenerme en un mundo en el que el “tiempo es oro”?

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1 Kommentar


Andres Ibañez
Andres Ibañez
27. Aug. 2019

Paulina,


“Introverted feeling” es una de las funciones cognitivas de la personalidad más difíciles de explicar para Carl Jung. Es difícil porque sobre sus aguas no puede navegar la razón. Cuanto más queremos verbalizar lo que percibimos bajo esta función cognitiva, más se nos aleja, más se hunde. La diferencia entre este tono de magenta y este otro tono de magenta es nimia desde el intelecto, pero puede ser insondable en los terrenos la emoción. Un tono, un sonido, un color. Qué son? No lo sé, acaso cualquier intento de definirlos no es un acto injusto per se?


Desde este universo de sensibilidad buscas algo, pero no sabes qué es, y naturalmente no resulta extraño que desde la razón uno…


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