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El recorrido como elemento dinámico-infinito estructurante de la relación Yo-mundo.

Foto del escritor: Esteban AnguloEsteban Angulo

Actualizado: 12 nov 2020

Dibujo un personaje. Lo hago entrar en la casa; descubre su volumen, tal forma de habitación y sobre todo tal cantidad de luz que entra por la ventana o el panel de cristales. Avanza: otro volumen, otra llegada de luz. Más lejos, otra fuente luminosa; más lejos aún, inundación de luz y penumbra al lado, etc" Le Crobusier. Cuando hablamos de arquitectura pensamos en un edificio por fuera, en su volumetría, su fachada, sus colores, o tal vez pensamos en un gran teatro, un museo o quizás en un apartamento. No pensamos en lo que tal vez sea lo más importante, el recorrido, lo que reparte, lo que permite llegar a la oficina, al baño, e incluso el recorrido que permite entrar al edificio como tal, llegar a él y vivirlo al interior.


No es extraño que esto suceda, actualmente el recorrido se piensa como ese pasillo que reparte a otras zonas, a las importantes, se piensa en un lugar de tránsito, en un lugar netamente funcional. Pero ¿Por qué debe ser un lugar netamente funcional? Si pensamos bien en ¿Qué es el pasillo, la escalera o la pasarela dentro de un edificio?, vemos que es el único espacio que todos los que habitan el edificio tienen en común, (además de las áreas comunes), es el lugar por donde todos pasan, queriendo o sin querer. Para llegar al punto B desde el punto A, hay un camino que seguir, y allí esta, ese camino es el recorrido, entonces, ¿por qué tiene tan poca importancia el pasillo? ¿todo pasillo o recorrido arquitectónico debe ser igual, comunicar lo mismo, servir para lo mismo?¿él recorrido se recorre o se habita?


Ahora bien, citando a Le Corbusier, el pionero del concepto "promenade architecturale" vemos que el recorrido, pasillo, rampa o escalera esta visto desde una perspectiva completamente diferente a la contemporánea. Se ve al recorrido como esa pieza fundamental para habitar la arquitectura, que además de repartir a los diversos espacios, permite vivir, observar y contemplar la arquitectura y su contexto. Esto lo promovió prácticamente en todos sus proyectos, e incluso dándole al recorrido el papel conformador de la arquitectura, del elemento que permite conocer el edificio y vivenciarlo desde una perspectiva más allá de la funcional. Describe a esta promenade como una secuencia de imágenes o vivencias que se perciben al caminar por un espacio, un espacio que esta presente permanentemente en toda la arquitectura. En pocas palabras y detallando el concepto que en desde el modernismo hasta el día de hoy ha perdurado, la promenade no es más que esa relación del habitante con el espacio mediante el movimiento, continuo, descontinuo, fragmentado o concentrado, el movimiento, y en especial el recorrido es el elemento que permite encontrar el primer acercamiento del humano con la arquitectura. Por otro lado el concepto de un alumno de Le Corbusier, Rogelio Salmona expresa la promenade como un paisaje arquitectónico, ese lugar que une el exterior con el interior y ese elemento que revela el espacio. A diferencia de su maestro, él expresa el paisaje arquitectónico como un lugar de descanso también, un lugar cultural dónde la persona que lo habita se desarrolla y permite la creación de su propia percepción del espacio. Aunque el concepto se diferencia en la manera de expresar o de mostrarlo en su arquitectura se tiene a la persona y sobre todo a su experiencia como papel fundamental para el desarrollo del recorrido en la arquitectura, viendo tal vez, que el elemento conformador y estructurante del recorrido es la experiencia humana.


Algo que tienen en común estos dos Arquitectos es que el recorrido se vive mirando de frente, de lado, hacia arriba, no hacia el piso, haciendo uso específicamente de las rampas que permiten la vivencia del espacio sin preocupaciones o precauciones de como debo caminar o usar el espacio.


Para complementar esto, relacionamos este pensamiento con un arquitecto que es vigente hoy en día, Rem Koolhas, en donde por medio de su firma OMA ha revolucionado y mostrado al mundo la arquitectura más allá de la función. No es algo sorprendente pensar que muchas de las cosas planteadas por él hoy en día, tienen sustento en Le Corbusier, claramente colocando ese elemento contemporáneo que en su tiempo la arquitectura moderna no poseía. Koolhas convierte el término ya explicado de la Promenade y realiza su propia reinterpretación de este, llevándolo a una Multi-promenade, en donde el principal objetivo de este es el Final, el desenlace del recorrido y como bien lo indica, esa multiplicidad de enlaces a los que nos puede llevar el recorrido.


Así como Gastón Bachelard en su texto "La poética del espacio" para Koolhas significa lo mismo la esencia del recorrido, en donde este esta en movimiento y la persona en reposo. Quiere decir que el verdadero movimiento lo esta dando el espacio del recorrido y esto lo muestra con un elemento que el denomina la rampa mecánica o como se conoce globalmente, la escalera eléctrica. Este elemento es el que se mueve, el que permite que el hombre este en reposo, que la función del recorrido sea el hecho de buscar la eficiencia, sin dejar de un lado la apreciación de la imagen fija del espacio, que así como lo indica el mismo, es la mejor forma de percibir el espacio, de entenderlo y sentirlo, desde el reposo de la vista.


Biblioteca de Seattle - Rem Koolhas


Ahora hagamos el ejercicio de pensar la arquitectura únicamente desde el recorrido. Difícilmente se nos vendrá alguna imagen a la mente, porque los edificios, o más bien, los arquitectos nos están acostumbrando a dar la mayor importancia a el punto B, el lugar de destino, mas no al camino que debo tomar para llegar allí. El hecho de pensar el recorrido más allá de una funcionalidad necesaria en un edificio, no nos obliga a desprendernos completamente de la idea de que por obligación el recorrido debe permitirme llegar a un punto final, sino debe permitirnos vivir el recorrido más allá de esto, ¿Puede el recorrido significar habitar un espacio, o acaso solo es el medio para llegar al espacio habitable?


Para responder esa pregunta, traemos el arquitecto estadounidense John Hejduk, el cuál en su casa Wall house #2, nos presenta una obra de arte arquitectónica desde el recorrido. Es una casa diseñada para un urbanista en el año de 1973, construida en el 2001, casi 20 años después de su concepción, acaso ¿una casa modernista puede cumplir con los requerimientos, ya no funcionales, de la contemporaneidad?

Wall House - John Hejduk


La casa puede analizarse desde muchas perspectivas, pero el elemento importante en este momento es el recorrido. La casa esta invitando constantemente a recorrer la casa, de movernos con las luces que ingresan por los muros y pintan el suelo o con las sombras que nos dan el paso a los espacios importantes (los finalles), pero hay un elemento que se repite como en el caso de Koolhas y es el hecho de ver el espacio de forma estática. El recorrido ya no es el elemento para moverme únicamente, sino que el valor del llegar al punto B, lo dan los puntos intermedios. Estos son las ventanas, los recuadros que están comunicando el espacio interior con el exterior casi como en forma de ritual, de un conocer y desconocer ambos mundos, elementos que me están preparando, preparando para el gran finalle, el punto B.


Con esto podemos empezar a pensar en el recorrido, en el pasillo, como ese elemento que deslumbra para después llegar a otro lugar que deslumbre de igual o de mayor manera, como ese elemento que permite, sin abrir una puerta, de conocer el espacio, de poder ver como cambia su entorno, de como se comporta en sí la misma arquitectura que lo contiene, el pasillo, puede ser ese lugar que conecta espacios, pero también que conecta a las personas o incluso a nosotros mismo, que regale experiencias, experiencias que se esperan o que el mismo espacio da sin pedírselas. Podemos ver al recorrido como arquitectura, que me comunica cosas, que permite vivirla y no solo transitarla.


Para continuar esta idea de vivir el recorrido y no solo de transitarlo, traemos a colación la Biblioteca de Viipuri de Alvar Aalto.


Esta biblioteca empieza el recorrido desde el exterior oculta por árboles, que no dejan ver la arquitectura y que al momento de encontrase con ella, deslumbra por su entrada, alta y esbelta, acelerada, que remata en un vestíbulo angosto y estrecho que ahora ralentiza su recorrido. Giros de 90 grados, inconscientes y consientes, un recorrido quebrado que busca únicamente la curiosidad del que lo habita, buscando que sigue, convirtiendo a los ojos en el buscador de experiencias, los que viven ahora el recorrido. El recorrido cambia, pero sigue siendo el mismo elemento, una escalera, un pasillo, pero cambia por lo que lo rodea, por lo que lo contiene.


¿Qué elementos hacen del recorrido el elemento significante de la arquitectura? ¿Cómo el recorrido es la columna vertebral de la experiencia y relación del hombre con la arquitectura?


Los otros tres planos: El recorrido no es únicamente el path que me demarcan los muros en el suelo, ellos también lo son, las luces que iluminan el pasillo y el techo que encierra el espacio de la escalera. Caminamos el espacio, lo habitamos desde los pies, pero la experiencia esta y seguirá entrando por los ojos, por las manos, por lo tangible del recorrido. Las ventanas en los muros pintan nuevos pasajes, seguir una luz cenital con los ojos, me marcan una dirección que el suelo no hace y el techo que baja y sube nos hace disponernos de cierta forma para estar en el espacio. Resulta que el recorrido no es aquel plano horizontal por donde caminan los pies, también son los verticales por donde caminan las manos o aquel que viste todos los planos por donde caminan los ojos.


Flaneur: Este termino Francés del siglo XIX habla del arte de caminar, de deambular por las calles de una ciudad, buscando algo sin saber que es. Un símbolo de encuentro personal, de ensayo, escribiendo experiencias propias pero también escribiendo la ciudad, denominándola de una u otra forma desde la vivencialidad que esta nos da. Un ejercicio crítico, constructivo de experiencias, del sentimiento de libertad, de salirme lo que me propone el espacio o el poder. El flaneur somos todos los que vivimos por y desde los pies, enfrentando riesgos, imprevistos y peligros de lo que encontraremos 5 pasos más alla.


Conmoción: El no saber que encontraremos, el misterio del espacio desenvuelto por los pasos y las miradas propias hacia él, como desvistiéndolo, a medida que caminamos y lo vivimos, a medida que lo atravesamos y lo tocamos. Una secuencia de imágenes y sucesos que solo descubiertas al ir más allá, al cuestionarnos, al crear nuestros propios recorridos. La conmoción es esa emoción que sentimos al llegar, al sentir, al recordar, el espacio, un espacio que se vive, que se recorre desde el movimiento, de planos, de escenas como en una película, después de todo es eso la arquitectura, una película que se desenvuelve con el tiempo que marcamos nosotros al vivirla.


El Finalle: El punto B, los puntos b, el estar quieto después de moverse, el inicio y el fin del recorrido. La secuencia de planos, el caminar y el asombrar en el espacio que pinta el recorrido, que me dibuja con su secuencia, el verdadero propósito o la excusa verdadera para el nacimiento de este espacio infinito que me conecta, además de espacios, a él yo con la arquitectura, el yo con el yo y la arquitectura con si misma. El final después de todo es el inicio del fin, la riqueza de haber vivido y el misterio del que vivir.


(Las definiciones de los conceptos: Los otros 3 planos, el Flaneur, la conmoción y el Finalle, son propuestos por mí en consecuencia de responder las preguntas abordadas)


"Vivamos la arquitectura desde los pasos que tenemos que dar para adentrarnos profundamente en las experiencias que nos da el espacio"



Un lugar destruido por el olvido.

El 13 de noviembre de 1983 Armero fue golpeado por tal vez, uno de los eventos naturales más catastróficos de todos. El volcán del Nevado del Ruiz explotó y desato una avalancha sobre la conocida “Ciudad blanca”, destruyendo más de 4.200 viviendas, arrasando con 20 puentes, dejando en el olvido todas las vías de la ciudad, pero lo más doloroso y lo que más marco la historia, es que fueron casi sepultadas 25.000 personas de las 40.000 que vivían allí, siendo casi el 63% de la población. Un evento que lleno de dolor al país, pero más que todo a los Armeritas que sobrevivieron, a los cuales les fueron arrancados sus familiares por una fuerza más allá de la comprensible por el ser humano.



En 1986 el Papá Juan Pablo II bautizo este lugar como “Camposanto” en honor a todas las víctimas del desastre, tal vez el acto simbólico mas importante que ha tenido Armero desde la tragedia, ya que, con el tiempo, el olvido fue llegando a este lugar, y con esto a las personas quienes perdieron la vida. Solo los Armeritas tienen los recuerdos de lo que fue Armero y de las personas que vivían allí; lo describen como un sitio mágico, acogedor, en donde no solo los Ameritas querían vivir allí, sino que extranjeros y caminantes buscaban el lugar para residir más allá de un viaje momentáneo, un lugar que enamoraba, por su gente y sus espacios.


Hoy en día no queda más que dolor y recuerdos que rondan lo que quedo de Armero, se nota y se siente el olvido, los edificios quedaron envueltos de la naturaleza que una vez los arrasó, los caminos son de tierra, formados por los Armitas que vuelven allí a rendir homenaje o visitar donde creen que se encuentran sus seres queridos. La gente no quiso volver allí, se desplazaron a otros lugares, victimas ahora de la pobreza, viven ahora con un duelo no resuelto, con un nudo en la garganta de no haber dicho adiós, después de todo, el desastre se llevo su territorio, pero más la identidad de cada uno, pasaron de decir orgullosamente “Soy de Armero” a decir tímida y tristemente “Yo era de Armero”


El valor de las personas y del lugar no se ha perdido gracias a todos los Armeritas que aun viven y mientras ellos vivan, el recuerdo de lo que era en un pasado seguirá viviendo. Lo que quedo de Armero ahora está habitado por tumbas y epitafios, rodeando los vacíos y los únicos caminos que quedaron, son los lugares para dar culto, para rezar por quienes ya no están y recordar lo que alguna vez fue. Así mismo el Centro de interpretación de la memoria y la tragedia de Armero busca contar la historia de lo que paso, prevenir desastres de este tipo y concientizar a las personas de la fuerza de la naturaleza. Estos dos aspectos dan la reconstrucción simbólica de la ciudad para no perder ese significado que tiene el lugar para los que aún lo recorren.



Igualmente el lugar es inhabitable, nadie quiere vivir allí por miedo a ser asustado pero eso mismo es lo que llama a turistas curiosos a visitar el lugar, en busca de un susto y no de una historia, un turismo malicioso, además de esto se camina entre el olvido, que genera inseguridad y temor a quien recorre, la naturaleza aunque signifique tranquilidad, es ahora el envolvente de edificios abandonados donde habitan como dicen los que caminan por allí, los mas de 20.000 fantasmas de aquel acontecimiento. Una vía ahora parte el lugar en dos, de lado a lado se ve el abandono en las edificaciones y los que entran son los que van a render culto o conocen la zona, alguien que no conoce o medianamente conoce la historia del lugar no se atreven a entrar.




Es un lugar perdido entre las nuevas urbes, sin desarrollo, sin vida, las personas no viven allá, solo sus recuerdos, los caminos son de tierra, hechos por quienes no quieren perder lo vivido en aquel lugar. Hay fundaciones que buscan revivir ese pasado y mostrar a todos lo vivido, generando conciencia, para que algo como eso no vuelva a pasar. Pero ¿Armero está reconstruyéndose o tan solo es un patrimonio perdido? ¿Cómo hacer para que Armero vuelva a ser un Hito como en el pasado cuando se consideraba un patrimonio productivo – económico? Puede ser un reto para todos, pero desde la arquitectura y desde el elemento fuerte de las personas que mantienen los recuerdos vivos, Armero puede ser reconstruido y puede volver y quedarse más tiempo del que se fue.





Bibliografía:

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