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Foto del escritorJuan David Daza Galindo

Me caigo y me levanto

Actualizado: 22 ene 2020

Estrategias para la adaptación de paisajes industriales como escenarios de expresión colectiva desde el concepto de heterotopía, a dos voces.

 

En la presente investigación se plantea una reflexión entorno a lo que se entiende por “patrimonio industrial” en el contexto global y local. Partiendo de una nueva perspectiva biológica de la ciudad y, por ende "vestigial" de dicho patrimonio. En simultáneo, se proponen las nociones de paisaje y escenario como posibilidades críticas a lo edilicio y escultórico -de la arquitectura-, respectivamente. Finalmente, y a través de esta propuesta conceptual basada en la noción de heterotopía propuesta por Michel Foucault en su conferencia "Los lugares otros", se pretende plantear una metodología de diseño arquitectónico para la rehabilitación de estructuras concretas en la ciudad de Bogotá, con el fin de alterar su función, su significado y su relevancia al interior del organismo urbano.


Con este fin, y partiendo de los dos principios que el poema que da título a este artículo propone: la decadencia y la rehabilitación -como condiciones comunes e intrínsecas a diversos elementos de lo real y lo imaginario-; es necesario definir algunas nociones partiendo de mucho antes en la historia.


La primera Revolución Industrial (vocablo formado por el prefijo indu- (en el interior) y la raíz del verbo struo (construir, apilar, organizar, fabricar), con el sufijo de cualidad -ia.) fue el proceso de transformación económica, social y tecnológica que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña, se extendió décadas después a gran parte de Europa occidental y América Anglosajona. No llegaría a Colombia hasta la introducción del ferrocarril hacia finales del siglo XIX. Con el advenimiento de los gobiernos liberales de la década de los 30, el país entra en una época de modernización que fomentó el crecimiento de las ciudades al requerirse más mano de obra, pero comenzó a la vez un proceso de deterioro del campo a manos del latifundismo y el abandono de la tierra, entre otros factores. Durante este periodo se vivió el paso de una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada; marcando un punto de inflexión en la historia, modificando e influenciando todos los aspectos de la vida cotidiana de esa nueva población bogotana: la metamorfosis del campesinado en proletariado industrial. La producción tanto agrícola como de la naciente industria se multiplicó exponencialmente, a la vez que disminuía el tiempo de producción.

Pero a la par que aumenta la producción y disminuye el tiempo requerido para la misma, tiene lugar un fenómeno retroactivo. No solo el hombre produce bienes y servicios, en simultáneo, dichos bienes y servicios lo producen a él y a su entorno.


Así pues, en dicho periodo histórico, el entorno "producido por la producción" es lo que hoy se categorizan como paisajes industriales tradicionales, o países negros. Estos son aquellos fundamentados en la energía que proporcionaba el carbón -por lo que las principales factorías se ubicaban próximas a zonas mineras-, estos presentaban una atmósfera contaminada, llena de humos y ofrecían por tanto un aspecto negruzco que posteriormente les daría nombre, así como las altas chimeneas y las edificaciones fabriles construidas en ladrillo. Por otra parte (debido a los costes de la mano de obra y a las legislaciones ambientales más estrictas de los países desarrollados) posteriormente se produjo una relocalización a escala mundial de las industrias pesadas (siderurgia, metalurgia, etc.) que se trasladan a países del Tercer Mundo.


En consecuencia, estos paisajes industriales tradicionales, o países negros tendrían graves repercusiones -en muchas dimensiones- sobre el ser humano. Una de ellas, y probablemente la mas extensa, es la alienación. Se denomina alienación (del latín alienare "sacar afuera", alienus "ajeno, perteneciente a otro") al proceso mediante el cual un individuo se convierte en alguien ajeno a sí mismo, que se extraña, que ha perdido el control sobre sí. En este sentido, la alienación es un proceso de trasformación de la conciencia que se puede dar tanto en una persona como en una colectividad. Hegel designaba como alienación el extrañamiento o distanciamiento del sujeto en relación consigo mismo. Feuerbach, por su parte, utilizaba el concepto de alienación para explicar el fenómeno religioso en el cual el ser humano renuncia a su propia naturaleza en favor de la de un ser en el cual reconoce a dios. Karl Marx, por otro lado, relacionaba la alienación con su teoría de la explotación del proletariado por parte del capitalista. Marx interpreta el concepto de alienación como la relación de explotación propia del sistema capitalista en la cual el trabajador no es considerado como persona en sí, sino en función de su valor económico, como mano de obra para la multiplicación del capital.


En síntesis, el nuevo ciudadano y antiguo campesino -como individuo y como colectividad-, en busca de oportunidades y de seguridad, se aliena, recae al interior de esa gran máquina urbana, que tomará la forma de "países negros" diseñados única y exclusivamente "en función de la función".


Pero con él, recaerán también las lógicas de su tiempo, a veces hasta "la recaída inevitable"; la cual alcanzaría - a mediados del siglo XX - al mecanicismo (que trajo consigo esa primera revolución industrial). Para el cual la noción de naturaleza se reduce a la noción de materia prima (sea materia o cuerpo) para después, a través de unos procesos maquínicos establecidos por el ser humano, transformar en bienes y servicios.



Y así, como todo proceso evolutivo, la evolución de las lógicas y las ciudades tiene una condición intrínseca: la vestigialidad. Por ello se entiende la retención (durante el proceso de evolución) de estructuras o atributos genéticamente determinados que han perdido parte o la totalidad de su función original en una especie determinada. ​ La aparición de vestigios ocurre generalmente por la pérdida de función de una característica que ya no está sujeta a presiones de selección positivas cuando pierde su valor en un entorno cambiante. La característica puede seleccionarse en contra de forma más urgente cuando su función se vuelve definitivamente dañina, pero si la falta de la característica no proporciona ninguna ventaja, y su presencia no proporciona ninguna desventaja, la característica podría no eliminarse por selección natural y persistir entre las especies. Así, van quedando residuos, rezagos, vestigios dentro de ese organismo urbano. Partes que ya no responden a las lógicas actuales, no lugares entre los lugares. Pero aún más importante que el vestigio en sí mismo es la manera como estos se categorizan, ordenan, sistematizan.


El patrimonio industrial es, según el International Committee for the Conservation of the Industrial Heritage, el conjunto de restos de la cultura industrial que poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico. Estos restos consisten en edificios y maquinaria, talleres, molinos y fábricas, minas y sitios para procesar y refinar, almacenes y depósitos, lugares donde se genera, se transmite y se usa energía, medios de transporte y toda su infraestructura, así como los sitios donde se desarrollan las actividades sociales relacionadas con la industria, tales como la vivienda, el culto religioso o la educación.



Buena parte de los paisajes industriales dentro de la ciudad son un ejemplo de ello. Además de ser el reflejo de la actividad industrial en el territorio, son espacios que han sido creados, transformados y muchas veces abandonados por el ser humano. Sin embargo no solo el hombre ejerce poder -de transformación- sobre ellos; ellos a su vez forman y transforman subjetividades, y en la mayoría de los casos han funcionado como dispositivos de alienación. Se categorizan de la siguiente manera:


* Paisajes industriales tradicionales, o países negros: Previamente definidos.

* Paisajes Industriales urbanos: Durante el siglo XX se desarrolló como fuente de energía básica para la industria el petróleo, por lo que la demanda de este producto favoreció la localización de refinerías sobre todo en puertos o en otras ciudades del interior, y junto a ellas surgieron polos industriales que se aprovechaban de la proximidad a la fuente de energía. Por otra parte, las industrias de bienes de consumo se fueron localizando junto al mercado, por lo que en casi todas las ciudades fueron apareciendo polígonos industriales que las abastecían.

* Paisajes industriales modernos o tecnópolis: las nuevas industrias basadas en la alta tecnología, se sitúan lejos de la ciudad, en zonas suburbanas, buscando ubicaciones más atractivas y próximas a las grandes infraestructuras de transporte que facilitan la comunicación (autopistas, aeropuertos, puertos...).


Pero entonces, ¿cómo revertir el proceso? ¿cómo nos rehabilitaremos? ¿cómo alterar esos paisajes industriales que hasta hoy permanecen como vestigios, no solo para rehabilitarlos a ellos sino para rehabilitarnos nosotros mismo?


En El nacimiento de la tragedia, Nietzsche habla de cómo los hombres hacen música porque los pájaros cantan, de cómo la danza de apareamiento de los animales sirve también de modelo: el enroscamiento, el galanteo. ¿Qué imita el teatro? Imita la sociedad, la historia de la ciudad. La imitación de la ciudad crea ciudad. La tragedia acompaña, tutela este nuevo modo de convivencia, la creación de la Polis, de la plaza pública donde el ciudadano discute. Luego, la tragedia cumple una misión civilizadora, educadora. El pueblo griego se acerca a la tragedia para purificarse, se produce la catarsis tras la cual el griego -como individuo y como colectividad- sale revitalizado, equilibrado mentalmente. ¿Cómo se puede producir esto? Para Nietzsche es como si Dionisio, "lo que no controlamos", lo que está en un fondo inconsciente y oscuro, el irrepresentable se fundiera con Apolo para producir ese sentimiento, ese estado de comunión, de purificación, que solo el griego conoce. El arte, y solo él, accede a la verdadera naturaleza de las cosas.


Entonces, ¿qué es eso esencial que podría conectar la noción de vestigio con la de catarsis? ¿Cómo hacer de lo que quedó, lo que viene? Tal vez el concepto de heterotopía pueda ser de utilidad.


Una heterotopía o "un lugar otro" se define como una contraparte a la noción de utopía y como una tercera posibilidad a las condiciones de lugar(es) y no lugar(es). Es el espacio del mundo contemporáneo por excelencia. Frente al conjunto jerárquicamente organizado que caracterizaba al territorio medieval, hoy en día "el espacio en el que vivimos (...) es un espacio heterogéneo. En otras palabras,"no vivimos en un espacio neutro y blanco; no vivimos, no morimos, no amamos dentro del rectángulo de una hoja de papel. Vivimos, morimos, amamos en un espacio cuadriculado, recortado, abigarrado, con zonas claras y zonas de sombra, diferencias de nivel, escalones, huecos, relieves, regiones duras y otras desmenuzables, penetrables, porosas; están las regiones de paso: las calles, los trenes, el metro; están las regiones abiertas de la parada provisoria: los cafés, los cines, las playas, los hoteles; y además están las regiones cerradas del reposo y del recogimiento. Ahora bien, entre todos esos lugares que se distinguen los unos de los otros, los hay que son absolutamente diferentes; lugares que se oponen a todos los demás y que de alguna manera están destinados a borrarlos, compensarlos, neutralizarlos o purificarlos."


Las heterotopías pertenecen a un tipo específico de espacios "irreducibles unos a otros y absolutamente imposibles de superponer", que tiene dentro de sí poderes, fuerzas, ideas, regularidades o discontinuidades, se pueden clasificar según el tiempo o el lugar al que pertenecen y abren la posibilidad de crear nuevos espacios con sus propias lógicas.



El concepto de heterotopía como un espacio heterogéneo de lugares y relaciones sería de vital importancia para los geógrafos y economistas de las décadas siguientes a la hora de definir, no sólo la red global que caracteriza el territorio tardocapitalista, sino la propia ciudad contemporánea. Además, el planteamiento conceptual no se reduce solamente al concepto autónomo de heterotopía sino a la ciencia que estudiaría esta serie de fenómenos: la heterotopología. Los fundamentos de esa disciplina "cuyo objeto sería el estudio de esos espacios diferentes, esos otros lugares, esas impugnaciones míticas y reales del espacio en el que vivimos".

Así pues, a través de unas operaciones formales y espaciales determinadas por los elementos de industria y la "exustria", heterotopías por tipo -de acumulación como el museo- y concretas como la escena, y condiciones espaciales mas contemporáneas como el polimorfismo se proponen una serie de principios formales para la transformación de los ya definidos paisajes industriales vestigiales.



Posteriormente se identifica una problemática concreta: existe un número importante de paisajes industriales vestigiales en la ciudad de Bogotá que están inutilizados, y que cuentan con las características necesarias para transformarse en escenarios de expresión colectiva a mediano plazo, sin embargo no existen hasta el momento propuestas integradoras que permitan explotar ese potencial.


En consecuencia surgen varias preguntas ¿Qué paisajes industriales vestigiales en la ciudad de Bogotá tienen las características necesarias para transformarse en escenarios de expresión colectiva a mediano plazo? ¿Cuales son esas características? Se estudian cuatro categorías: Urbanas, Arquitectónicas, Históricas y Culturales. Entre ellas, su localización, tipología (Producción), origen / contexto, social / usuarios, red de equipamientos, materialidad, valor patrimonial, significado, escala, programa - dimensiones, transformaciones en el tiempo, potencial sentido de pertenencia, paisaje, espacio público, estado actual y su valor simbólico.

En el proceso de investigación se abre una serie de posibilidades de localización según los criterios ya mencionados, dándole primordial relevancia a las preexistencias y a las comunidades "no - habitantes"; además de las condiciones urbanas del paisaje. El antiguo edificio de la cervecería Andina en el actual "Triangulo Bavaria", La antigua cementera La siberia, en el sector de la Calera, el complejo industrial de Puente Aranda (potencial paisaje industrial vestigial a causa de la creciente presión inmobiliaria) y la zona industrial de los Mártires en el centro de la ciudad y una posibilidad de localización descentralizada compuesta por edificios de menos de 100m² ocupados distribuidos a lo largo de la ciudad se plantearon como posibilidades críticas.


Finalmente, y como resultado del sondeo de las características previamente categorizadas se identifican los paisajes y escenarios de mayor potencial para su rehabilitación/transformación; dando como resultado una pieza urbana comprendida entre las localidades de los Mártires, Santa Fe y Puente Aranda como el sitio con mayor cantidad de m² de paisaje industrial -con un porcentaje considerable en desuso- y con una cantidad importante de edificios/escenarios icónicos, con un valor patrimonial relevante y con características propias de las heterotopías.


En conclusión, "me caigo y me levanto" es la voluntad de hacer presente la predisposición cíclica de lo vivo a la decadencia y la rehabilitación, a través de un paisaje industrial re-habitado por una serie de potenciales escenarios heterotópicos para la expresión y la catarsis colectiva; que permitan, en términos prácticos, el aprovechamiento de estructuras industriales para la exposición y democratización de expresiones performáticas diversas al interior de los centros urbanos con mayores índices de decadencia de las condiciones de bienestar establecidas.


Sin embrago, en el fondo no es más que las ganas de voltear la vista de un pueblo acostumbrado a la basura y el olvido sobre su propia basura, sobre lo que olvidó, sobre lo que perdió, sobre sí mismo.

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